24 de abril de 2012

Algo que nunca fue, pero que puede volver a ser

Un cuento, una historia, algo que fue cosa de dos. Tiempo atrás cuando intentábamos pero no podíamos, cuando queríamos pero no nos dejaban, cuando algo nos unía y a la vez nos separaba. Largas conversaciones mezcladas con el aroma de tu perfume saboreadas por la brisa de tu aliento. Todo bien hasta que se convierte en pasado, un pasado que nunca buscó hacer frente al futuro. 

Ahora, tu por allá, y yo por acá, pero el presente nos sigue persiguiendo. Lástima cuando escuchas a alguien decir seguir intentándolo sólo empeora. Yo le diría a esa persona, que hay maneras y maneras de seguir intentándolo, pues ante todo están las formas, el respeto y la educación. Dicho esto, podemos afrontar nuestro presente con más fuerza para un posible mañana gris. 

El mañana, algo que nunca sabremos lo que ocurrirá, aunque los dos queramos que ocurra lo mismo. Lo siento, pero me niego a caer porque ellos me lo digan, me niego a rendirme ante unas simples palabras y me niego a tropezar otra vez. Hubo un tiempo en el que lo tuve en mi mano y se me escapó, juro que lucharé por conseguir aquello que fue mío un día y que nunca tuve en mi palma. 


A veces te quedas sin fuerzas y necesitas esa señal que te guíe el camino, esa luz que te ilumine el túnel y sepa que sigues ahí, algo que me ayude a caminar.

4 de abril de 2012

Mi Semana de Gloria

Ya está aquí por fin, mañana es el gran día. Han pasado ya más de 360 días para volverte a ver, un largo año cargado de emociones y de dolor. Muchas fiestas, verano, feria, navidades, carnavales y ahí estás tú, con tu mirada puesta en la calle. 

Se me caen ya dos lagrimones nada más de pensar lo que mañana voy a sentir, cada año lo mismo, pero a la vez diferente. Y no sé lo que me haces, pues siempre termino llorando por tu culpa. 

Algunos dicen que pesa mucho, que 50 kilos en la cervical no es bueno para la columna de un joven. Pero ellos no saben que cuando estoy ahí debajo a mí no me pesa, no saben que lo que llevo no es más que alegría y gloria para un pueblo. Un pueblo entregado a sus imágenes, aunque cada vez queden ya menos jóvenes que adoren esta profesión. 

Lástima de aquellos que ignoran las virtudes de una hermandad, y animan al prójimo a otras actividades que no merece la pena nombrar por aquí. Ya no te digo que vayas a los cultos, simplemente que tengas respeto por nosotros, pues somos todos personas. Ten madurez cuando vayas a reírte, y ríete de ti mismo cuando estés con el suero inyectado. 

No quiero extenderme mucho, esto es un sueño que cada año se va acercando. El Jueves mi reina, mi madre; y el Viernes mi tía como dirían algunos. Me encantaría seguir aquí hablando sobre lo que es un sentir de un costalero, e incluso lo iba a plasmar en la Cruz de Guía de este año, pero por la terrible crisis que estamos sufriendo la hermandad tuvo que hacer un recorte de páginas. Así que el año que viene si Dios quiere, tendréis mis palabras en vuestros hogares. 

Gracias a tí, por hacerme sentir como en tu casa, Madre. 


Maldito tiempo


Parece mentira que hayan pasado tantos meses ya, perdóname pero he perdido la cuenta ya. Aún recuerdo como si fuera ayer esos primeros días que nos entreteníamos con largas horas de risas e intensas conversaciones que al final se fueron esfumando en el aire, como el mar cuando se lleva las olas.
No me gusta mirar el lado negativo, y eso que suelo ser muy pesimista en casi todos los aspectos de mi vida. Pero estoy aprendiendo a no serlo, me enseñaron a tirar para adelante, a no rendirme nunca, a sonreír por muy mal tiempo que haga, a sentir la vida, a vivir y a disfrutar. 

Ahora se me hacen los días largos y las noches interminables pero, es el camino que opté tomar. Cierto que no es el mejor, pero quizás el contrario hubiera sido peor. No tengo ganas de pasarlo mal, no quiero que lo pases mal, el tiempo pasa y somos jóvenes. 

"Adiós", palabra que nunca podré pronunciar, pues has conseguido que mi corazón siempre te cante un "Hasta pronto".


Un recorrido sin vuelo

La paloma blanca ha encontrado el final de su recorrido, por fin ha llegado al nido que tanto y tanto tiempo deseaba volar. Muchos meses de suspense, muchos días de sufrimiento, para que por fin pueda descansar en paz. 

Y es que no nos damos cuenta, pero a veces somos felices con lo más mínimo que tenemos a nuestro lado, pero la avaricia nos come, nos mata y nos devora. Es el precio que hay que pagar cuando a un niño de pequeño, como diríamos en el sur, no se le corta el pienso. Este niño se convierte en joven, y el joven en adulto, cuando nos damos cuenta es un hombre que pretende alcanzar más cosas de las que puede poseer. Este momento no se lo deseo ni al peor enemigo, porque ahí ya no hay vuelta atrás, pero si hay corrección. 

Siempre se puede cambiar, aunque haya gente que pronuncia palabras como “la gente nunca cambia, evoluciona”. Evoluciona ni evoluciona…, si las personas estamos dispuestas a pretender un cambio en nuestra vida, a centrarnos en nuestra familia y a vivir por nuestros hijos, yo te digo a ti que esa persona cambia, le cueste lo que le cueste. 

Pero bueno, cada uno es libre de pensar y actuar a su manera, lo mismo que de ponerse los límites que desee. En mi caso, tengo claro mi objetivo, pues no tengo metas. Gracias a mis padres, no sé dónde está el límite, pero sí sé donde no lo está.

Yo lo tengo claro, ¿y tú?