4 de abril de 2012

Mi Semana de Gloria

Ya está aquí por fin, mañana es el gran día. Han pasado ya más de 360 días para volverte a ver, un largo año cargado de emociones y de dolor. Muchas fiestas, verano, feria, navidades, carnavales y ahí estás tú, con tu mirada puesta en la calle. 

Se me caen ya dos lagrimones nada más de pensar lo que mañana voy a sentir, cada año lo mismo, pero a la vez diferente. Y no sé lo que me haces, pues siempre termino llorando por tu culpa. 

Algunos dicen que pesa mucho, que 50 kilos en la cervical no es bueno para la columna de un joven. Pero ellos no saben que cuando estoy ahí debajo a mí no me pesa, no saben que lo que llevo no es más que alegría y gloria para un pueblo. Un pueblo entregado a sus imágenes, aunque cada vez queden ya menos jóvenes que adoren esta profesión. 

Lástima de aquellos que ignoran las virtudes de una hermandad, y animan al prójimo a otras actividades que no merece la pena nombrar por aquí. Ya no te digo que vayas a los cultos, simplemente que tengas respeto por nosotros, pues somos todos personas. Ten madurez cuando vayas a reírte, y ríete de ti mismo cuando estés con el suero inyectado. 

No quiero extenderme mucho, esto es un sueño que cada año se va acercando. El Jueves mi reina, mi madre; y el Viernes mi tía como dirían algunos. Me encantaría seguir aquí hablando sobre lo que es un sentir de un costalero, e incluso lo iba a plasmar en la Cruz de Guía de este año, pero por la terrible crisis que estamos sufriendo la hermandad tuvo que hacer un recorte de páginas. Así que el año que viene si Dios quiere, tendréis mis palabras en vuestros hogares. 

Gracias a tí, por hacerme sentir como en tu casa, Madre. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario