26 de febrero de 2013

Primavera ven a mí

Un año más el Lorenzo se presenta en nuestras calles regalando sonrisas y alegrías a nuestra gente. Atrás quedan unas lluvias que han servido únicamente como disfraz a una ciudad totalmente incompatible con el agua. Sevilla nació de la mano del sol entre incienso y azahar. 

Comienzan a verse esas mangas cortas que tantos meses han estado escondidas en el armario. Las medias se hacen transparentes para dejar paso a la luz y como no, a la cera. Las rebequillas empiezan a ponerse celosas de las camisetillas con escotes que toman prioridad. Y como no, las gafas de sol comienzan a brillar casi tanto como nuestro Lorenzo. 

Esa misma rutina, día tras día, ya no se hace tan pesada. Sales de casa de noche, como si aún no hubiera empezado el día para el resto de mortales, esa sensación de que vas a aprovechar el día no te la quita nadie. La Luna se esconde mientras tú te diriges al trabajo, a clase, o simplemente a encontrar aquello que no tienes pero que ansias encontrarlo. Todo esto se hace mucho más llevadero cuando te cruzas con tu compañero por el pasillo o por la calle y te responde con una sonrisa los buenos días. Me sé yo de algunos que de día o de noche, te cruzas con ellos por el pasillo y te agachan la cabeza sin mirarte siquiera para no dirigirte la palabra. Pero bueno, no quiero manchar esta entrada por este tipo de gente, quiero pensar que llevaban un mal día, nada más. 

Levántate y pon la música lo más fuerte que puedas, despierta a tu vecino si hace falta. Ríete de ti mismo lo primero, y después sal a la calle con la sonrisa en el bolsillo. Nunca debes olvidar las tres palabras básicas que te convertirán en persona: buenos días, gracias y perdón. Recuerda que no sales disfrazado con una sonrisa sino con ganas de comerte el mundo. Todos cargamos con problemas, pero nunca debemos pagarlo con el de al lado. 

Así que ríe, canta, salta, baila, vive, diviértete, besa, enamora y haz el amor, pero nunca pierdas el tiempo.

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